Mientras que el budismo y el taoísmo, las grandes religiones de China, se dirigen a los creyentes como individuos, el confucianismo no trata la felicidad terrenal o celestial personales sino las de la sociedad ideal, y exige a su vez, a partir de su enseñanza, el orden y la subordinación, la armonía entre lo superior y lo inferior. Todo ello lo ilustra y teoriza a través de la música, ya que en ella se da la armonía mediante la jerarquía de los tonos, que deben subordinarse a su vez a un tono fundamental de forma regular.
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