La Acrópolis de Atenas

Perlas en torno a la joya

Durante el período de esplendor de Atenas, el visitante accedía al complejo a través de los Propileos, un espléndido vestíbulo de entrada formado por cinco pasajes consecutivos, que era el más grande y bello de su tiempo. Otros lugares de culto poseían también como entrada un propylon o puerta de acceso, pero la sucesión de varios pórticos para formar un monumental vestíbulo con más de dieciocho metros de ancho y una profundidad de casi trece metros, una idea del arquitecto Mnesicles, era totalmente novedosa y reafirmaba la extraordinaria importancia del conjunto sagrado de la Acrópolis. Esta singular entrada suscitó la admiración general, y se dice que el general tebano Epaminondas afirmó a finales del siglo IV a. de C. que «la conciencia individual de los atenienses solamente podía quebrarse si se les robaban los Propileos». La pinacoteca, en una de las alas laterales, albergaba impresionantes pinturas sobre madera que fueron descritas por Pausanias, cronista de la Antigüedad. Entre ellas figuraban varias escenas de la guerra de Troya.

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